Si pensamos biológicamente, centrándonos en el cuerpo y en qué nos está diciendo, la pregunta clave es ¿Para que mi cuerpo se expresa de esta manera?.
Que nuestro cuerpo reacciona con determinadas
respuestas físicas, creadas milenios atrás de nuestra evolución,
ante la supervivencia, y que se activan ante una situación de "vida o
muerte", es una idea cada vez más aceptada. Ya no se trata de
eliminar las consecuencias de esa activación, (enfermedad o síntoma), sino de trabajar las causas emocionales que la provocan.
Un ejemplo: una gripe. La persona tapa sus fosas
nasales inhibiendo la función de oler a los demás. Tose (gruñir),
avisando al entorno para que se alejen de su territorio. Estornuda,
alejando al resto, echándoles los mocos. Tiene el cuerpo dolorido y agotado por
una “carga” que no puede transportar ni deshacerse de ella. Así
reacciona ante una situación de amenaza en su territorio y de
supervivencia con un fin determinado, que es ayudar al individuo a
superar una exigencia, una agresión o una insatisfacción. La
persona logra, inconscientemente, una pausa que le permite no
desbordar su mecanismo de estrés y poder recuperarse en un breve periodo de descanso. Lo importante es tomar conciencia de
cómo el organismo pone límites a las actitudes que ponen en peligro
la supervivencia del individuo.
Un exceso
de trabajo, toma de decisiones afectivas o laborales, sentirse
invadido por la pareja o compañeros de trabajo, no poder
corresponder compromisos económicos…Estas situaciones de nuestra vida cotidiana son evaluadas por nuestro cerebro analítico
constantemente, generando una búsqueda de soluciones. Cuando
no encontramos la solución o cuando un hecho nos impacta, se ve desbordado, entonces es
nuestro cerebro emocional quien responde a estas cuestiones con
instinto de supervivencia y se refleja en modo de enfermedad o síntoma.
Las
conexiones entre nuestro cerebro emocional y las respuestas físicas
son directas. En consecuencia a la activación de estas vías se
generan cuatro tipos de respuestas: huida, ataque, parálisis o
sometimiento.
En
el caso de la gripe, es una combinación de estas respuestas: atacar
(tos), huir (congestión nasal), parálisis (dolor, agotamiento) y sometimiento (estar en cama).
Por lo tanto, el sentido biológico es una adaptación del ser vivo a los cambios del entorno a lo largo de la evolución.
"La enfermedad es el esfuerzo que hace la Naturaleza para curar al hombre". C.G. Jung
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